Seis años ya.

Estamos de aniversario Miami y yo. Este martes hará seis años desde que empecé a vivir a este lado del charco. Seis años ya.

Todos los años hago balance por estas fechas. Me recuerdo a mi misma las razones por las que me vine, lo que me ha hecho quedarme todos estos años y me siento, en general, afortunada por haber sobrevivido tanto tiempo aquí. No, «aquí» no. Afortunada por haber sobrevivido y punto. Afortunada por ser feliz, incluso. Por tener una vida más o menos cómoda, por que no me falte de nada, por haber encontrado el amor verdadero, por haber conocido a tanta gente, por haber hecho tantas cosas distintas, por tener tantas historias que poder contar.

La vida da muchas vueltas y nos equivocamos. Vaya si nos equivocamos. Yo me equivoqué pensando que Estados Unidos era como España, pero mejor. Yo pensé que Estados Unidos era el mismo sitio que me recibía siempre que venía de vacaciones. Pero vivir aquí es distinto. Estados Unidos es un lobo con piel de cordero, y tras las palmeras en la playa, el calorcito, los Ferraris y las barbacoas, se esconde todo un sistema económico y social más frío y más duro que las piedras.

Lo que me ha costado entenderlo.

Seis años ya, y hay cosas que aún no entiendo. O sí entiendo, pero no asimilo.

Aún así, Estados Unidos me ha enseñado -y sigue enseñándome- tanto. Cuanto más conozco este país, más me conozco también a mi misma.

He cambiado. No sé si para mejor, pero he cambiado. Al enfrentarme a esta realidad tan distinta, he tenido que posicionarme en cosas que nunca me había planteado con demasiada seriedad. ¿Soy o no soy una persona racista? ¿Apoyo la existencia de los sindicatos? ¿Me considero culturalmente católica? ¿Qué significa ser patriota? En más de 30 años de mi vida española no le dediqué más de un minuto a ninguna de estas preguntas, pero Estados Unidos me las ha devuelto una y otra vez a la orilla -estas y muchas otras- envueltas en millones de matices para que yo les dedique horas de reflexión.

Es difícil explicar cómo me siento. Es una mezcla de sabia y pardilla. Una mezcla entre eternamente agradecida y francamente decepcionada con este país.

Pero sigo siendo consciente de su lado positivo. De su flexibilidad, de su variedad, de su comodidad, de su amplitud. De seguir sorprendiéndome y aprendiendo algo cada día. Hay que disfrutarlo al máximo porque no sabemos cuánto tiempo más estaremos aquí, quizá menos del que pensamos.

Estos seis años en Miami han sido, definitivamente, mil veces más ricos que los seis años anteriores en Madrid. Y los tres últimos han sido, a nivel personal, como para enmarcarlos.

Así que seis años ya. Y suma y sigue.

Abrazos,

Belén

 

 

 

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