Vivir del aire

Hola a todos,

Os voy a contar una historia, id a por palomitas.

¿Ya? Vale, pues empiezo.

Una joven pareja residente en San Francisco (no estoy segura de su nacionalidad, creo que son de origen ecuatoriano y residentes en Estados Unidos) concedió, hace un par de meses, una entrevista al diario sensacionalista The Sun. Akahi Ricardo y Camilla Castello declararon que llevaban nueve años sin comer y que se alimentaban exclusivamente de la energía del universo. Ajá.

En esa entrevista, dijeron que se declaraban «breatharian», lo que en español vendría a ser «respiracionistas». Es decir, afirmaban vivir del aire y no depender de la comida ni de la bebida para mantenerse vivos. 

En la entrevista, contaban que ellos solo comen algún trozo de fruta, o vegetales; o beben un zumo, o un vaso de agua, unas 3 veces a la semana desde el año 2008. Que, durante el embarazo de su primer hijo, ella comió algo solo en cinco ocasiones «por compromisos sociales» y, durante el embarazo del segundo, comió las mínimas porciones posibles de verduras. Aún así, su salud fue implecable siempre y sus hijos nacieron sanos porque los nutrió «con su amor».  Y que este ahorro en comida les permitía tener más dinero para «las cosas verdaderamente importantes», como viajar por el mundo.

Sí, como os lo cuento. Los «Breatharians» son gente que practica el ayuno como forma de vida. Que no comen ni beben. O, mejor dicho, son gente que DICEN que no comen ni bebenProfundicemos un poco más en la entrevista:

Al ser preguntados por qué comen sus hijos de 2 y 5 años, respondieron que sus niños comen lo que les apetece, ya que no les pueden exigir que se unan a su mismo culto siendo tan pequeños, pero que creen que, cuando sean adultos, se convertirán en «breatharians» también. De momento, les dejan comer y beber cuanto quieran, «ya sean zumos, pizza o helado».

Un momento, por favor. Imagináos esta situación: Padre y madre en el salón, probablemente en la posición del loto, meditando para intentar no pensar en que llevan 9 años sin comer y el hambre arrecia. Autoconvenciéndose de que «ya no se acuerdan de lo que es el hambre». Llega el hijo mayor: «Mamáaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, ¡Quiero pizza! vamos a pedir una pizza, porfi, porfi!». La madre abre un ojo, mira a su hijo y piensa: «Hay que seguir dando de comer a las criaturas, no vaya a ser que digan en el colegio que no comen y se los lleven los Servicios Sociales». Acepta llamar al Telepizza. Media hora más tarde, llega la pizza. Ese olor al abrir la caja, por Dios… y los padres ahí, estoicos. Los niños, como locos, comen una porción, se embadurnan de tomate y queso la cara –«¡Qué rica está, papá! ¡Me encanta el peperoni!» pero los padres ahí, aguantando. Los niños nunca se lo comen todo, así que cuando ellos ya están en la cama, sigue habiendo más de media pizza en la caja. ¿Vosotros creéis que los padres cierran la caja mirando a otro lado y la tiran, sin más, a la basura? ¡Ja! Si llevas 9 años sin comer y te ponen delante una pizza, te comes hasta el cartón. 

Esta entrevista ha sido muy polémica porque ha reavivado esto del «respiracionismo» pero, al parecer, fue un culto muy de moda en la época hippy. Muy en línea con el concepto abstracto de la libertad, del «a mi nadie me dice lo que tengo que hacer», ni siquiera mi estómago. Basándose en la filosofía hinduísta mezclada con el New Age, empezaron a aparecer (no solo en Estados Unidos, también en Australia, en Suiza, en Israel…) gente que afirmaba que podía pasarse largos periodos de tiempo sin comer ni beber, solo «alimentándose de la luz del sol», y que no sólo no estaban muertos, si no que se sentían fenomenal. En España no parece que esto cuajase, tenemos demasiadas cosas ricas.

Una australiana escribió varios libros sobre el tema, animando a la gente a dejar de comer. Cinco de sus lectores murieron en consecuencia, siguiendo sus instrucciones, pero ella no se siente en absoluto responsable. «Será que no lo hicieron bien», debe de pensar.

Y, efectivamente, será que no lo hicieron bien. Porque todos los referentes del «respiracionismo» han terminado de una de estas dos maneras: o muertos por inanición o pillados in fraganti. 

Wiley Brooks, el tipo que fundó el Breatherian Institute en Estados Unidos en 1980, después de hartarse de dar charlas sobre las maravillas del ayuno durante años, fue pillado saliendo de un Seven Eleven con un batido, un perrito caliente y una chocolatina. En su defensa, dijo en una revista que, a veces, rompe su ayuno con una hamburguesa y una Coca-Cola (light) porque la comida basura le «equilibra». Según este tipo, la Coca- Cola light y las hamburguesas del McDonald´s tienen propiedades especiales que él llama «5D», que hacen que le conecten mejor con el mundo. Como veréis, cada uno se engaña como quiere. A mi me conectan con el mundo divinamente los helados de chocolate.

 

Para mi el respiracionismo no es un culto, ni una forma de vida, ni una religión, ni una «iluminación», como venden Akashi Ricardo y Camilla Castello en sus cursos (claro, obviamente dan cursos, y carísimos, donde te enseñan a no comer). Es, en mi opinión, un puro transtorno alimentario. Todas las personas que han sido pilladas, confiesan comer «lo que les pide el cuerpo» en ocasiones. ¿Y qué te pide el cuerpo? Un pedazo de tarta, unos spaguetti a la carbonara, un batido de fresa. El cuerpo nunca te va a pedir un brote de brócoli o una única col de Bruselas. Ellos pueden que se engañen a sí mismos, pero a mi no. Y espero que la gente que haya leído la entrevista no le dé por hacer tonterías, como morirse de hambre y eso.

Les cogería de una oreja yo a esta gente y les mandaría a Somalia, por ejemplo, para que vean los maravillosos efectos del ayuno en el cuerpo humano. ¿Será que los millones de personas que se mueren de hambruna cada año no meditan adecuadamente? ¿Será que no les da suficientemente el sol? … Ah, no, seguramente sea porque no pueden pagarse los 1,000 dólares que cuesta ese curso en San Francisco.

En fin…

Espero, de corazón, que os haya gustado la historia y, sobre todo, que os hayan sentado bien esas palomitas. Y si, cuando os pregunten, negáis haberos comido toda la bolsa, es normal: todos somos en algún momento un poco «breatharians».

¡Un beso a todos!

Belén

 

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