Errores comunes

Equivocarse es de sabios. O de principiantes. Y yo en Miami me he equivocado mucho, muchísimo. Así que he decidido compartir con vosotros varios de mis errores más comunes para que, si algún día venís, estéis prevenidos.

El primero es de cajón. Nunca jamás lleves el dinero justo. Solo vas a la tienda a por una revista, o una Coca-Cola… pero el precio de la etiqueta es puramente orientativo. Recordad que, en caja, le sumarán los impuestos y eso hace que nadie vaya preparado con las moneditas justas. Conclusión: el monedero llenito de céntimos, el bolso que pesa como un muerto, dolor de espalda posterior. Solución: en el mismo supermercado, a la salida, hay unas máquinas donde puedes tirar todo el suelto que llevas y, a cambio, te da un ticket para cambiarlo en Atención al cliente por la suma total. Así, como aquí hay billetes de 1 dólar, aligeras peso.

El segundo es especial para chicas. Y para chicas de pelo crespo, como yo. Porque si tienes el pelo rebelde en Miami, créeme cuando te digo que tienes un problema. O te rindes al pelo rizado y te echas espuma o ya te estás comprando una buena plancha. Y, por muy buena que sea (yo me hice con una GHD de esas carísimas), nunca jamás pienses que, como te has alisado el pelo, ya estás lista. A ver si un día me acuerdo y os lo pongo en los Stories de Instagram, pero es alucinante la cantidad de tiempo que yo dedico a peinarme, con mediocres resultados. He encontrado la solución: después de plancharme el pelo por la mañana, saco al perro. En lo que doy un par de vueltas a la manzana, mi pelo se eriza como si hubiese visto a un fantasma. Subo, y hago segunda ronda. Según lo que me aplique en la segunda ronda, así se quedará para el resto del día. Creo que con tanta plancha para luchar contra los elementos, de aquí a unos años me quedaré calva, así que a veces directamente paso.

El tercero es peligroso, muy peligroso. Sobre todo porque lo que puede que sea un trayecto corto se puede llegar a convertir en un viaje a Turkmenistán. Nunca, nunca jamás te saltes la salida de la carretera que te indica el navegador. Pensarás «Buah, no es tan grave, sales en la siguiente, das la vuelta y punto»… Bueno, según en qué carretera estés, eso puede ser un pensamiento muy ingenuo. A veces supone dar una vuelta de muchos kilómetros. Así que, recuerda, si estás en Miami, estate atento a las señales.

El cuarto es relativo a la dieta. Es muy importante que sepas que en el 90% de los restaurantes de Miami, la ración que pidas será suficiente para alimentar entre 3 y 4 personas. No te fíes de los camareros cuando te digan que los platos no son tan grandes. Sí lo son. Y, además, cuidado con las ensaladas. No solo te las sirven en barreño, sino que además, los aliños de las ensaladas pueden tener entre 500 y 600 calorías. Solo el aliño. Y no, no tienen aceite y vinagre…. Cuando preguntas por ello, te traen un aliño que llaman «vinagreta» que no tiene nada que ver con el chorrito de aceite de oliva + chorritín de vinagre nuestro. ¿Por qué se complican? No lo sé.  Hale, que aproveche.

El quinto es propio de ahora, de estos tiempos de verano. Nunca, nunca jamás pidas un helado para llevar. Tú te sientas ahí y te lo comes, bajo el chorro del aire acondicionado. Porque si sales a la calle cucurucho en mano, la bola se convierte en batido en cuestión de un par de minutos. Conclusión: hagas lo que hagas, pide tarrina. Por el bien de tus vaqueros blancos.

Sexto error: cuando te pregunten: ¿Dentro o fuera? en un restaurante… de junio a septiembre, siempre DENTRO. Aunque tengan ventiladores, aunque estén las mesas a la sombra, aunque sea de noche… nunca, nunca pienses que es más agradable una terracita que el frío helador del interior de un restaurante a tope con el aire acondicionado. Te llevas una rebeca y punto. Pero así evitarás que los mosquitos se ceben con tus tobillos y que termines sudando como un pollo. Además, no te creas que hay tantas terracitas en Miami, sobre todo en la playa… el concepto «chiringuito» aquí es inexistente y, salvo las terrazas mega turísticas de Ocean Drive y de Lincoln Road, no hay ningún lugar donde comer directamente en bañador, como si estuvieras en Cádiz. Se echa de menos eso, la verdad.

Séptimo error: si no quieres coger una pulmonía, siempre que vayas al cine lleva 1) manga larga, 2) pantalón largo y 3) zapato cerrado. Opcional: manta, bufanda y guantes. Sé de gente que se mete un par de calcetines en el bolso y se los pone allí. De verdad que creo que los cines del futuro en Miami deberían incluir chimeneas en los laterales, por dar algo de calor. Y acuérdate de que aquí no existen los asientos numerados, así que es un poco como los cines de antes: a lo sálvese quien pueda. Como vayas con el tiempo justo, igual te toca verle la barbilla desde abajo a George Clooney.

Para que no digáis que no he avisado… Todos estos errores (y más) los he cometido yo (algunos varias veces). Pero si ahora venís, ya sabéis.

¡Muchos besos!

Belén

 

 

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