A Fuyur no me lo toques

Resulta que «Fuyur», el dragón blanco de La Historia Interminable, aquí no se llama «Fuyur», sino «Falkor». Por lo visto, en la versión original (alemana), el dragón se llamaba «Fuchur», derivado del japonés «Fukuryuu» pero, en Estados Unidos, eso de «Fuchur» les sonó a «Fuck you» y no les pareció nada apropiado para un dragón de la buena suerte. Conclusión, que lo cambiaron por «Falkor» y se quedaron tan pichis. Que digo yo, que si no lo podían haber cambiado por «Fuyur» – como nosotros- y todo quedaba más coherente.

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Indignada me quedé yo al saber este tema. Porque hay cosas en esta vida que no admiten variaciones, y una de ellas es la imagen de Bastian gritando «Fuyuuuuuuuur». A Fuyur no me lo toques.

Pero de esta aberración, mal que me pese, no puedo culpar a América. Porque nosotros, en España, somos los maestros de la libre traducción e interpretación. Que alguien me explique por qué, en los sesenta, «The sound of music» se tradujo como «Sonrisas y lágrimas». Yo me imagino que el ejecutivo de 20th Century Fox debió de ponerse tierno cuando la vio y consideró que «El sonido de la música» era un título demasiado plano para el público español. Que los mediterráneos somos más de pasiones. De cambios hormonales. De contradicciones varias.

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No sé si sería el mismo ejecutivo (espero que no) el que decidió que «Die Hard» se llamase «La Jungla de cristal». En Latinoamérica, la tradujeron como «Duro de matar» pero nosotros decidimos darle un toque más poético. Porque en España somos así y, después de las Generaciones del 98 y del 27, nos salen las metáforas por las orejas.

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Repusieron, hace unos meses, películas de Kubrik en un cine de aquí, y cuando quise comentar con mi amiga Clara «Dr. Strangelove», ella no la conocía. Me pareció rarísimo, con lo que le gusta el cine… y es que, en España, se tradujo como «Teléfono Rojo, volamos hacia Moscú». Supongo que, en los setenta, lo de pronunciar «Strangelove» era pedirle peras al olmo pero… ¿no se desviaron un poco? Entonces piensas que, quizá, como el título original completo era, nada más y nada menos que «Dr. Strangelove: or how I learned to stop worrying and love the bomb», en España dijeron: «vamos a ponerle un título que, aunque no tenga nada que ver con el de verdad, quede también largo. Para que luzca igual«. El problema es que se pasaron tres pueblos y así quedó la cosa: «Teléfono Rojo, volamos hacia Moscú: o cómo aprendí a dejar de preocuparme y querer a la bomba». El que, por entonces, pintaba a mano las carteleras en Gran Vía se debió de cagar en todo.

 

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Parece que, con el tiempo, hemos ido mejorando en este tema y cada vez hay más películas que no se traducen o, al menos, el título es su traducción literal. Pero ahora, qué queréis que os diga, no hay excusa posible para haber traducido «La la land» por «La ciudad de las estrellas». Con lo facilito que es en inglés.

Yo ruego hablar con el responsable de todo esto. Creo que deberían dejar todas las películas con su nombre original. Como Ghost. Como Pretty Woman. Como Grease. Como Pulp Fiction. Como Dirty Dancing. Como Match Point. Como Frozen. Que nadie se muere. Y, si no sabes qué significa, lo terminas aprendiendo, creo yo. A ver quién demonios es quien decide estas cosas por todos y hace que, cuando venimos al otro lado del charco, se rían de nosotros como de Paco Martínez Soria porque en una conversación sale a colación «Cast Away» y tú juras y perjuras que ni te suena. Hasta que te dicen que va de Tom Hanks sobreviviendo en una isla desierta. ¡Ahhhhh, pero si es «Náufrago»!

El otro día, alguien me preguntó si había oído cantar a Will Smith alguna vez. Sí, hombre, ¿no es él aquel que sacó el tema de «Welcome to Miami, bienvenido a Miami»? Síiiiii, y entonces te vienes arriba y dices «¡Y también en El Príncipe de Bel-Air!». Pero no, no te confundas. Porque, si haces memoria, te sabes hasta la letra… y era en español («Sin comerlo ni beberlo llegué a ser/un chuleta en el barrio llamado Bel-Air!»). No era precisamente Will Smith quien cantaba. ¿Que podían haber dejado la canción original y añadido subtítulos? Pues sí, pero en España es que nos gusta complicarnos la vida, y preferimos pagar a otro actor, un tal Iván Muelas, para que vuelva a hacer el trabajo y nos anule completamente el oído para entender el inglés desde pequeñitos. No sólo para el inglés, es que los cientos de actores internacionales se reducen a un puñado de dobladores importantes en nuestro país, por lo que, en España, el Príncipe de Bel-Air, Sherlock, el capitán Jack Sparrow y el Príncipe de Cenicienta tienen todos la misma voz. Ah y también Sawyer,  el buenorro de «Perdidos», ¿os acordáis?. Uy, perdón,  que no es «Perdidos», que es «Lost».

Lo único que me consuela de todo esto, es que a «Atreyu» no le cambiaron el nombre. Menos mal.

¡Un beso a todos!

Belén

 

 

 

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