De Campamento
Estamos en verano, los niños no tienen colegio y los padres muy pocas vacaciones. Y cuando digo pocas, digo que la mayoría de la población no tiene más de dos semanas al año. Así que aquí la gente no desaparece un mes, ni mucho menos. Aquí no hace falta cuadrar las vacaciones con tus compañeros –«Yo me voy la segunda quincena de julio y tú la primera de agosto» – ni ves carteles en las puertas de las tiendas de «Cerrado por vacaciones». Por la misma lógica que Walmart abre 24 horas (¿quién necesita que un sitio como Carrefour esté siempre abierto?), los americanos trabajan casi, casi todos los días laborables del año.
Esto hace que los campamentos de verano sean fundamentales. Hay que entretener a las criaturas mientras esos padres se ganan el pan. ¿Y cómo? De las maneras más variopintas, que para eso estamos en América. Y he aquí los ejemplos más disparatados de los que tengo yo conocimiento.
- En Miami, por supuestísimo, y también en Nueva York, hay una «cosa» (no se me ocurre una palabra mejor) que se llama «Modeling Camp«. Se trata de un «campamento» (aunque tiene muy poco que ver con un campamento de verdad) de tan sólo 4 días para niñas de entre 11 y 17 años que quieran ser modelos. Cuesta la friolera de 1,000 dólares. Las niñas van por la mañana a un hotel Hilton (cerca de mi casa) y salen a las 4 de la tarde. El curso incluye sesión de fotos, book, comida (me pregunto qué comerán) y charlas varias sobre cómo hacer giros en la pasarela, castings, contactos y una carrera en el mundo de la moda. Al final del curso, eligen a la Top Model de turno y te ponen en contacto con las principales agencias.
- Si subimos un poquito más hacia el norte y mandamos a los niños a Cabo Cañaveral, allí tenemos el Space Camp de la NASA. Cuesta $350 (más impuestos) la semana (mucho más barato prepararte para austronauta que para modelo, como podéis observar) pero tampoco es de día completo: tiene horario de 9 a 15h, así que sólo te hace el apaño si vives por la zona. Allí los niños de 7 a 14 años aprenden robótica, cómo construir un cohete, un astronauta de verdad les cuenta su experiencia y aprenden sobre futuras expediciones de la NASA a Marte.
- Subimos varios peldaños en el escalafón de la locura pero seguimos en Florida. Porque aquí, a pesar de que en otros estados ya los han ilegalizado, siguen existiendo los campamentos llamados de «Terapia de Conversión». Son campamentos para padres que ven que sus hijos son homosexuales y quieren «arreglarlos» mandándoles de campamento a que, durante una semana, les laven el cerebro para que no salgan del armario nunca, nunca, jamás. He estado buscando información sobre estos campamentos en internet pero las asociaciones que los promueven, como Desert Streams, no dicen nada de campamentos de menores (sí tienen información para programas para «ayudar con la confusión o adicción sexual a adultos»). Supongo que el tema es lo suficientemente controvertido como para que solo den la información en las iglesias (cristianas extremistas, por lo general) que los organizan.
- Al mismo nivel de insensatez, tenemos -y no solo en Florida, estos están repartidos por toda la geografía estadounidense, los hay de todos los tipos y precios- campamentos donde se enseña a los niños de 8 a 15 años a disparar armas. Los padres que deciden mandar a sus hijos a disparar rifles de asalto básicamente se dividen entre los que son conscientes de que, teniendo armas en casa al alcance de sus hijos, si los niños no saben cómo funciona la pistola de papá puede haber un accidente y los que ven en estos campamentos una vía para que sus hijos «vuelvan hechos unos hombres». Sin comentarios.
- Y, por último, la americanada mayor. Los campamentos que te preparan para un ataque zombi. Mucho, mucho antes de que «Walking Dead» fuera la serie del momento, aquí el tema de los zombis movía ya mucho dinero. Porque, quieras que no, en un país donde puedes tener un arma legalmente pero (faltaría más) no es legal matar a nadie, creo que la fantasía mayor del ciudadano americano pro-armas es la de matar zombis. Si lo pensáis, son todo ventajas: por matar zombis no vas a la cárcel ni genera cargo de conciencia, porque están ya muertos, pero tienen apariencia humana y, si te atacan los zombis, es porque el planeta está en peligro y tú has de salvarlo. Es decir, es matar a otros «seres humanos» por una buena causa. Esta fantasía está muy presente en el cine, videojuegos y en la vida en general. Tanto así que sí, existen campamentos donde te preparan para el Apocalipsis Zombi que has estado esperando (tú, supongo, porque yo no, la verdad). En estos campamentos, los niños aprenden técnicas de supervivencia, naturaleza (tipo Jóvenes Exploradores) a niños de 5 a 15 años, a distintos niveles. Pero la actividad estrella, por supuesto, es disparar con balines a «muertos vivientes» que pululan por el campo haciendo ruidos raros y moviéndose torpemente. Va por semanas y cuestan unos $400 si vas solo durante el día y unos $1,600 si te quedas a dormir. Aquí tenéis un ejemplo de campamento zombi, en Boston.
¿Y dónde queda la granja escuela de toda la vida? ¿Eh? ¿Eh? Estos niños no sabrán ordeñar una vaca pero, dedicándole una semanilla a cada cosa, en el futuro serán capaces de sobrevivir a un ataque zombi disparando su propio arsenal, huir a Marte y continuar la especie. Porque los niños serán los más machos y las niñas (de Miami), cómo no, las más divinas.
Ay, América… cómo eres.
Besos a todos,
Belén