Los parques de Orlando
Aviso a navegantes: ni soy una gran amante de Disney ni de los parques temáticos en general. Mi opinión es eso, mía y no por ello más válida que ninguna otra. Dicho esto, comenzamos.
Como sabéis los que me seguís en los Stories de Instagram, hace un par meses fui a Orlando, a pasar un fin de semana invitada por mi empresa junto a todos mis compañeros. La idea de mi jefe fue genial: convocó un concurso donde había que hacer un proyecto por equipos que estaba dividido en distintas tareas, y cada tarea te daba uno, dos o tres puntos hasta un total de veinte. Las bases del concurso fueron: si llegabas a más de 15 puntos, la empresa te invitaba (y a un invitado) a un fin de semana en Orlando con entradas a dos parques temáticos de tu elección, cena de empresa y alojamiento en el Waldor Astoria. Si, por el contrario, no llegabas a los 15 puntos, también ibas a Orlando con un invitado y podías ir a la cena de empresa peeeero te alojarías en el Hilton en vez de en el Waldorf y solo podrías ir a dos parques o de Disney o de Universal, pero no mezclarlos.
Mi equipo consiguió 18 puntos, así que fuimos derechitos al Waldorf Astoria, como unos reyes. Salimos el viernes pronto de trabajar (como a las dos o así) y, tras conducir durante 3 horas por la Turnpike (una autopista de peaje que es una pura línea recta), llegamos a DisneyWorld. El camino, como os digo, es fácil y aburrido, con la única salvedad de que hubo un momento en el que vimos un par de ciervos al lado de la carretera, pero he subido varias veces a Orlando y es la primera vez que veía animalitos, así que no penséis que es lo normal. Lo normal es ver solamente vallas a ambos lados de la carretera con mensajes muy surrealistas en contra del aborto (tipo: foto de un bebé rollizo y, al lado, «gracias por no asesinarme, mamá» y cosas así). Aquí no existe la ley de publicidad en carreteras, así que las vallas están más cerca de lo que los españoles estamos acostumbrados.
En fin, volviendo al tema. Tres horas y pico después, llegamos a DisneyWorld. Nótese que no digo que lleguemos a Orlando. De hecho, la ciudad de Orlando no sé ni cómo es, jamás la he visto, ni de lejos. A lo que vas es a los parques y Disney tiene su propio «territorio», al igual que Universal, que es tan extenso que hace que no veas nada más alrededor. Pasado el puente que señala la entrada a DisneyWorld, todas las señales, salidas, hoteles… todo, absolutamente todo, es propiedad de Disney. El área que abarca DisneyWorld es más grande que la ciudad de Barcelona, por poneros un ejemplo.
Esta vez nosotros elegimos ir a dos parques que no conocíamos: EPCOT y Hollywood Studios. Como eran los dos de Disney, además, a la empresa le salía igual de precio pagarnos los tickets para dos parques que para tres, por lo que tenemos aún una entrada «extra» para un tercer parque, que no caduca hasta dentro de 6 meses.
Yo ya había ido anteriormente a Magic Kingdom, a Universal Studios y a Islands of Adventure, así que ya conociendo cinco parques, me veo capacitada para hacer un post y contaros lo mejor y peor de cada uno.
Sin embargo, antes de empezar, necesito contaros algo: Orlando es una ciudad muy loca donde todo lo temático vende. Lo que quiero deciros es que la gente no solo va a Disney, a Universal, a SeaWorld…. también hay otros parques temáticos absolutamente surrealistas, como el Holy Land Experience, que es como DisneyWorld pero basado en la Biblia donde, en vez de Mickey, viene a saludar a tus niños un apuesto Jesús de Nazaret y, en vez de Cabalgata final, se recrea la crucifixión, por lo que tus niños ven sangrar por los clavos al bueno de Jesús… Qué queréis que os diga, si tus críos sobreviven a esa experiencia sin mayores traumas, yo creo que ya están preparados para todo en la vida. Os pongo una foto… para que os hagáis una idea.
Y también hay restaurantes temáticos, como el Medieval Times, donde se recrea (malamente) cómo se comia en «la España medieval» -según estos americanos, comíamos muslos de pavo y mazorcas de maíz con las manos, básicamente, aunque también tienen un sorprendente menú vegetariano- y hay duelos con justas y exhibición de cetrería. Todo muy normal.
Y dicho esto, comencemos con el clasiquísimo Magic Kingdom.
Magic Kingdom, para entendernos, es lo que en España llamamos DisneyWorld. Es decir, el parque de Mickey, del castillo de la Cenicienta y tal. A este parque y a Universal fui por primera vez en 1996 y, siendo una adolescente, mi recuerdo de aquel fin de semana no puede ser mejor. Me fascinaron las atracciones, lo bonitas que estaban las calles, que no hubiera ni un papel en el suelo, que me vendieran lapiceros con forma de orejas de Mickey… todo. Yo había estado, unos años antes, en EuroDisney y, en comparación al de París, el parque de Orlando me pareció impresionantemente grande.
Ir como adulta a Magic Kingdom tiene dos posibilidades. Si tienes hijos de entre 3 y 12 años (más o menos) es una cosa y si no, otra muy distinta. Yo supongo que con niños, esta experiencia tiene que ser muy bonita, porque vives a través de sus ojos lo bien que se lo pasan y, quieras que no, para ellos el parque es algo que mola un montón. Cuando yo fui, hace un par de años, con mis padres, la verdad es que no recuperé esa «ilusión Disney» y lo que viví fue un día agotador de colas, mucho calor, malcomiendo comida basura y sin comprar nada porque, sinceramente, yo ya no quiero tener cosas de Disney en mi casa. Debe de ser que llegas a una edad que ya no necesitas pagar los 25 dólares que cuesta una taza de los enanos de Blancanieves, mientras que, años antes, los habrías pagado tan contenta. No es que sea una «hater» de Disney, tampoco me malinterpretéis, pero yo veo cómo aquí hay gente adulta sin niños que va un par de veces al año a este parque y se pasea tan contenta por allí con su diadema de orejas de Mickey Mouse puestas y yo, la verdad, no termino de entenderlo. Visto un Mickey Mouse, vistos todos.
El castillo de la Cenicienta siempre fue un chasco para mi (incluso de pequeña), ya que no se puede ver el interior. En Orlando, si tienes reserva, puedes comer o cenar en el Cinderella’s Royal Table que hay dentro, un restaurante (caro) donde las princesas -Cenicienta, Blancanieves, la Bella Durmiente, Ariel, Jazmín….- pululan por las mesas y te puedes hacer fotos con ellas. Para que os hagáis una idea del éxito de este restaurante, os diré que acabo de hacer el intento de reservar una cena en su página web y el primer sábado disponible es el 17 de MARZO. ¡Señores, que estamos en Noviembre! Así que si queréis llevar a vuestros hijos allí, planeadlo con tiempo.
Lo mejor de Magic Kingdom, sin duda, es la Cabalgata. Todos los días, a las 3 de la tarde, pasan las carrozas de todas las películas de Disney y la verdad es que está muy bonito. Más bonita todavía era esa misma cabalgata pero nocturna, con carrozas completamente iluminadas ,pero el año pasado dejaron de hacerla y se llevaron los cachivaches a Disneyland, en Los Ángeles. Una pena.
Seguimos con EPCOT, el segundo parque más grande de DisneyWorld. Proyectado por Walt Disney como una «ciudad del futuro», cuando este señor se murió, sus herederos decidieron dejar esa visión a un lado y hacer, simplemente, otro parque temático. Es una especie de Exposición Universal donde hay pabellones de distintos países que simbolizan «el mundo» pero atención con la selección: Alemania, México, Francia, Italia, Noruega, Marruecos, Estados Unidos, Reino Unido, Canadá, China y Japón. ¿No echáis algún continente en falta? Al parecer, Sudamérica no les pareció lo suficientemente importante como para reflejarlo en este mundo EPCOT. Tampoco Oceanía. Y lo peor de todo, hay una zona que es África (así, en general) que no está en el mismo sitio que Marruecos y donde básicamente tienen a un negro haciendo figuritas de madera y un par de chozas donde puedes tocar los timbales. Me pareció un verdadero insulto al continente africano.
Los pabellones de los países son réplicas de lo más típico. México es una gigantesca pirámide maya en la cual te metes y ves un mercado en el que puedes comprar camisetas tan «auténticas» como una que decía «Fiesta, Siesta, Repeat» y enormes sombreros mexicanos. También allí dentro hay un restaurante de tacos y fajitas donde un camarero te atiende en inglés pero cada tres palabras, una es «amigo»: «Would you like something to drink, amigo? Did you like the fajitas, amigo? Ready for the check, amigo?»
En el pabellón de Marruecos me sorprendieron dos cosas: las chilabas a 90 dólares en el «bazar» y, en la misma tienda, las botellas de tinto de Marqués de Riscal. Sin comentarios.
Lo peor, para mi, fue que el parque se basa en puros estereotipos, reduciendo la riqueza de los países a unos cuantos edificios de cartón piedra y que, como todo está pensado para que el turista siga gastando dinero, en cada pabellón hay tiendas de souvenirs y restaurantes donde ofrecen «bebidas típicas»: había «sangría» mexicana, francesa, italiana y marroquí. Lo mejor es que -para darle un toque de autencidad al tema- todo el personal de cada pabellón es realmente originario (o tiene pasaporte) de ese país. Si vas a EPCOT por tu cumpleaños y te metes a todos los bares para celebrarlo, puedes ser cantado por los camareros en distintos idiomas y eso, la verdad, tiene su gracia. También son espectaculares los fuegos artificiales. No he visto nunca nada igual.
Seguimos con el tercer parque de Disney, Hollywood Studios. Este parque es casi igual de bonito que Magic Kingdom -esas calles tan cuidadas, las tiendas que parecen casitas… pero ambientado en los años 40, más o menos. Tiene más atracciones que EPCOT pero menos que Magic Kingdom y algunas muy chulas, como la de la Guerra de las Galaxias o Toy Story. No pude subirme a la montaña rusa de Aerosmith porque el tiempo de espera era de 120 minutos… y no estuve por la labor. Lo mejor, por tanto, la decoración vintage y las atracciones «suavecitas» para aquellos que tienen vértigo y no disfrutan de las montañas rusas. Lo peor, el perrito caliente que me pusieron llevaba queso. Y diréis «¿y desde cuándo el queso hace un plato peor?». Bueno, es que era «American cheese», que ni siquiera es un queso propiamente dicho, es una «mezcla de quesos». En mi perrito caliente, vi como echaban un mejunge naranja líquido por encima de mi salchicha, como si de Ketchup se tratara, y me pareció asquerosísimo. Consejo para cuando vengáis a Estados Unidos: siempre que pidáis en un restaurante algo que lleve queso, preguntad primero qué variedad tienen. Y pedid cualquiera que no sea American Cheese. Vuestras arterias os lo agradecerán.
En fin, seguimos con los parques. Para mi gusto, los parques temáticos de Universal son mejores que los de Disney. Pero ya os digo que es que a mi Disney ni me va ni me viene y que, como no he visto las últimas películas, cada vez conozco a menos princesas… (creo que yo me quedé en Pocahontas, a partir de ahí todas son nuevas para mi). En Universal las atracciones son lo que venimos esperando de un parque de atracciones, mucha montaña rusa y atracciones donde te mojas (lo cual se agradece, sobre todo en verano) mezcladas con películas de superhéroes, los Minions y Harry Potter. Yo fui hace un par de años y vi, en el mismo día, Islands of Adventure y Universal Studios, que son dos parques prácticamente en frente uno del otro. Se pueden ver los dos en el mismo día siempre que sea un día entre semana en temporada baja o tengas un «fast-pass», es decir, un pase especial que te ahorra gran parte de las colas en las principales atracciones. La idea es muy buena, pero el precio… Si entrar solo en estos dos parques te cuesta ya 165 dólares, súmale otros 85. Y luego súmale impuestos. Redondeando, 300 dólares por persona y día. Lo mejor de Universal Studios fue la montaña rusa Rip Ride Rock it, en la que puedes elegir la canción que quieres escuchar, a través de unos altavoces detrás de tu cabeza, mientras das vueltas . Yo elegí «I will survive», me pareció apropiada. Y lo mejor de Islands of Adventure fue toda la parte de Hogwarts, Hogsmeade y la atracción de Harry Potter, que es un espectáculo incluso haciendo la cola. La decoración está muy lograda, así que si sois fans de Gryffindor, os lo recomiendo muchísimo.
Otros parques a los que aún no he ido son: Volcano Bay, un parque acuático gigantesco que abrió este año y para el que, si quieres entrar, hay que madrugar, porque se llena a tope antes de mediodía y, por seguridad, llega un momento en el que no admiten a más gente… Y también tenemos Animal Kingdom, que es una especie de Disneylandia mezclado con un zoo, donde en algunas atracciones se ven animales (la mayoría de lejos) y donde también han abierto una atracción nueva rollo 3D que está causando sensación, basada en Avatar. Yo quería ir a verla, pero la cola de espera era de 3 horas al sol de agosto… así que como que no.
En resumen, los parques son una pasada. De grandes, de bonitos, de caros… Os recomiendo que, si vais a venir, os penséis bien a cuál vais, miréis los precios en su web y consideréis la idea del fast-pass, sobre todo en verano. Para cualquier duda, siempre me podéis preguntar y yo encantada de ayudaros, pero tened en cuenta que debo de ser la única persona en Miami (y quizá en el hemisferio norte del mundo) que no ha visto todavía Frozen. Pero tranquilos, que al menos sé distinguir a Ana de Elsa porque mi sobrina, hace dos años, me la contó fotograma a fotograma, eso sí.
¡Muchos besos!
Belén